El AOVE contra la Esclerosis Múltiple

La Esclerosis Múltiple es una enfermedad neurodegenerativa inflamatoria y crónica del sistema nervioso central que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a 47.000 personas en España.

Debido a que es una enfermedad poco habitual, podría pasar desapercibida en nuestro día a día. Pero desde hace unos meses se ha dado a conocer en redes sociales de la mano de la “influencer” María Pombo.

Hace unos meses María Pombo contaba en su perfil de Instagram que después de unas molestias y de realizarse las pruebas pertinentes, le habían diagnosticado esta enfermedad degenerativa que ya sufría su madre.

A día de hoy, sabemos que con una correcta medicación y una dieta mediterránea equilibrada se puede ayudar a frenar los síntomas de la enfermedad. Pero, ¿cómo ayuda nuestro preciado AOVE a esta labor? Pues bien, a continuación lo explicamos:

Fuente: olimerca.com

Según un nuevo estudio de la Universidad de Yale, publicado en la revista The Journal of Clinical Investigation., el tejido graso de los pacientes con esclerosis múltiple no cuenta con niveles normales de ácido oleico, tan presente en productos como el aceite de oliva virgen extra o las aceitunas, por lo que su consumo puede ayudar a restaurar dichos niveles.

Según la investigación, la falta de ácidos oleicos lleva a los pacientes con esta enfermedad a una pérdida de los sensores metabólicos que activan las células T, que son las que dan respuesta del sistema inmunológico a las enfermedades infecciosas. Sin los efectos supresores de estas células T reguladoras, el sistema inmunológico puede atacar las células sanas del sistema nervioso central y causar pérdida de visión, dolor, falta de coordinación y otros síntomas de la esclerosis múltiples.

Durante el estudio, una vez los investigadores introdujeron ácidos oleicos en el tejido graso de los pacientes mediante experimentos de laboratorio, los niveles de células T reguladoras aumentaron.

El responsable del estudio, David Hafler, profesor de neurología e inmunobiología de Yale, afirma “sabemos desde hace un tiempo que tanto la genética como el medio ambiente juegan un papel en el desarrollo de la EM. Este artículo sugiere que uno de los factores ambientales involucrados es la dieta”.

Asimismo, afirma que todavía se necesitan más estudios para corroborar estos resultados testados en laboratorio.